Sirva este post
como homenaje para aquellos que forman parte de mi vida cotidiana en Bahar
Dar. Aquellos que siempre están ahí. Aquellos que no saben que son las
vacaciones. Aquellos que solo cierran cuando enferman. Aquellos que se quedan
cuando los forengys se marchan.
Gentes que con sus pequeños negocios llevan una vida honrada y feliz en la
ciudad sin nubes -en dos meses solo he vista alguna nube clandestina durante la
noche-. La mayoría de ellos no sabe quien es el nuevo presidente del Estado
Español pero podría citar al menos cinco jugadores de La Liga. No tiene la
menor idea de donde está Castelló de la
Plana pero conocen Vila-real. Con
muchos de ellos apenas he podido mantener una conversación debido a las barreras
lingüísticas, pero hemos intercambiado muchas sonrisas e incontables miradas
cómplices.
Elsabet, mi “caserita” -el
termino caserita es utilizado por la
sociedad boliviana para referirse a las mujeres que venden, generalmente, alimentos
en pequeños puestos callejeros o en ultramarinos de barrio- Un termino que se
ajusta perfectamente al perfil de Elsabet.
Elsabet |
Elsabet tiene 25 años y es soltera. Es una mujer
luchadora y siempre sonriente. Elsabet me enseño a contar hasta 7 en amhárico,
nunca he comprado más de 7 huevos. Elsabet también me ha enseñado a decir
gracias (amesegënallô) y que el arroz etiope solo necesita 10 minutos de
cocción. Elsabet siempre ha sido honesta con los precios y en alguna ocasión me
ha prestado aquellos tomates que tanto necesitaba, procedentes de su nevera
particular, al irrisorio precio de un /amesegënallô/.
En la tienda de Elsabet
comprobé como aquella leyenda urbana
que insinuaba, ya hace algunos años, que Pestle
regalaba leche en África a las mujeres lactantes para luego vendérsela cuando sus
pechos dejaran de producirla y sus retoños aun la necesitaran, es probable que sea
cierta, a la vista de la cantidad de leche envasada que circula por las
pequeñas tiendas de Bahar Dar. La leche en polvo Pestle Nido es el producto más caro de la tienda, 240 birr -10 €-, los
huevos a 2 birr la unidad son, con diferencia, el producto más barato y uno de
los más naturales y sabrosos.
Getachew, haciendo como que trabaja |
Getachew tiene 26 años, es el recepcionista de la guest house en la que me alojo. Getachew
siempre está cansado, o eso es lo que dice. Su palabra favorita es nege -mañana-. Su lema “deja para mañana
lo que no te apetezca hacer hoy”. Gracias a él he encontrado un rato para
escribir estás líneas puesto que el único canal que funciona en la televisión
de mi apartamento es árabe. Siempre recordaré aquel día que Getachew se levanto
del sofá y se dispuso a arreglar la sintonización de los canales. Tras
sintonizar un canal en lengua inglesa, previa solicitud reiterada de mi
persona, le espeté: “..sintoniza los dos canales restantes en inglés, en los
canales en árabe que ahora tenemos solo rezan y montan camellos..". Me miró a los
ojos y exclamó: “you are a colonizer!!”.
Tras unas milésimas de segundo de desconcierto los dos echamos a reír. No le
faltaba razón. Aun hoy, en el canal 3 de mi televisor, los camellos siguen
corriendo por el desierto mientras se escuchan los rezos en árabe del Santo
Corán.
Con Getachew he hablado de
política, de mujeres y no he hablado de futbol porque siempre me he negado.
Getachew tiene una Grado en Turismo y espera abandonar algún día su agotador
trabajo como recepcionista. Se intereso por Europa -preguntándome salarios,
precios, jornadas laborales, etc.- hasta que la BBC retrato el invierno en
Europa, coincidiendo con la llegada de la archiconocida ola de frío.
Sorprendido y asustado por las imágenes me comunico que no se vendría conmigo a
Europa y exclamó “Ethiopia is confort!!”.
Como buen antisistema de sofá
tiene tiempo para reflexionar y sorprenderte con sus desconcertantes frases
lapidarias, cito la última: “la democracia se lee en los periódicos y se
escucha en las televisiones, pero en realidad -y paso a reproducirlo en inglés
para no perder la esencia original- democracy
is absent!!”.
Menberu |
Menberu tiene menos años de los que aparenta, es
el guarda del edificio donde me alojo. El nivel de inglés de Menberu es similar
al de alguien que haya pasado por el sistema educativo español en la década de
los ochenta, mi amhárico es incluso peor, a resultas nuestra comunicación es
nula. Con todo, Menberu siempre tuvo el gesto de saludarme efusivamente, cada
vez que entro o salgo me da la mano e intercambiamos sonrisas. Se levanta de la
silla para abrirme gentilmente la puerta y me saluda repleto de energía, la
energía que Getachew se esfuerza por recuperar. Menberu me imita cuando salgo a
correr y me espera despierto hasta tarde -cuando salgo de noche- para abrirme la
puerta, siempre con una sonrisa.
Cuando regresé de Addis, tras
una semana de ausencia, Menberu me vio llegar desde lejos, soltó el bastón (su
arma blanca particular) se acercó corriendo hasta mi y me dio un fuerte abrazo.
El tiempo se detuvo por un momento, aunque la música etiope del restaurante
contiguo seguía sonando a todo volumen. Menberu creyó que nunca volvería a
verme y con ese abrazo me demostró que para él ya no era un forengy. Menberu y yo sintonizamos en
una suerte de complicidad muda.