Leaving La Plana: de setembre 2012

Reconocí al instante la voz de Delfín Quishpe –afamado cantante ecuatoriano-, procedía de aquella pequeña y mugrienta televisión del restaurante de carretera donde paramos a tomar un caldo de pollo criollo antes de continuar nuestro camino hacia Guaranda. Delfín, al grito de “¡no puede ser!”, anunciaba el aceite Sabrosón. Dejábamos atrás la urbe de Guayaquil y nos adentrábamos en la sierra boliviana. Las señales de las carreteras parecían sacadas de la Route 66, aunque con algunas curvas de más y algunas luces de menos. Carteles publicitarios en inglés, pequeños pueblos en apariencia agrícolas coronados por masivos centros comerciales, rancheras por doquier, dolarización… Como los eucaliptos invasores traídos de ultramar, el libre mercado parece haber empezado extenderse por todo el país. El responsable en buena parte: el petróleo, que en su versión refinada ronda los 50 céntimos de dólar. Ventajas de ser un país productor de crudo. ¿Desventajas?, entre otras, contar con una de las tasas de siniestralidad en carretera más altas del mundo.

Con todo en Guaranda aun es habitual encontrarse con caseritas que se pasean por las frías calles antes siquiera que amanezca, compartiendo contienda con elegantes hombres trajeados. Los atuendos de las indígenas guarandeñas se asemejan a aquellos que lucen las cholitas en Cochabamba, también de origen Quechua. A las 6AM, 6PM y 9PM una aguda sirena suena puntual durante aproximadamente un minuto, ¿una reminiscencia de los caducos toques de queda?, nadie nos supo explicar el porqué de esta singular tradición pero todos parecen acatarla con indiferencia. Por suerte las tortitas de maíz hacen de la madrugadora alba ecuatoriana una delicia.

El glaciar del Chimborazo, volcán ya extinto de más de 6000 msnm, provee de agua a la ciudad de Guaranda, sus nieves perpetuas retroceden año a año siguiendo la función inversa a la creciente demanda del preciado recurso. El indio guarango, que se alza altivo en una de las siete colinas de la ciudad, no desvía la vista del volcán, como intentando registrar el cambio climático del que toda la ciudad habla. Con toda probabilidad el Tungurahua, y su activa fumarola de más de 5000 msnm tiene algo que ver con el cambiante clima guarandeño, sus cenizas con frecuencia se observan el los rincones más blancos de Guaranda, como lavabos y embaldosados.

Entre erupciones y terremotos se gestó “la revolución ciudadana” liderada por el actual presidente Rafael Correa y plasmada en la nueva constitución ecuatoriana del 2008. Revolución que aparentemente acabo con décadas de inestabilidad política y que hoy se ha convertido en un mero eslogan institucionalista. A punto de finalizar la primera legislatura de Correa -las elecciones están programadas para febrero de 2013- la carrera presidencial no se le presenta muy favorable, según apuntan los sondeos tendrá que pasar a la segunda vuelta. La insurrección de la izquierda indigenista parece ser en parte la responsable. Este frente opositor liderado por Alberto Acosta, ex ministro correísta, se muestra contrario a las políticas extractivistas, desarrollistas y en definitiva contrarias al Buen Vivir del actual gobierno de Correa, quien recientemente habló en la Cumbre de la Tierra sobre los derechos de la naturaleza. Este revuelto panorama político guarda ciertas similitudes con la grieta que la carretera del TIPNIS abrió en el gobierno del presidente Morales en Bolivia. Con todo, y parafraseando a un compañero abogado de la Universidad Estatal de Bolívar “las constituciones de Ecuador y Bolivia son las más avanzadas del mundo”. El Buen Vivir, el Derecho Indígena y la descolonización se defienden desde altas tribunas con IPhone en mano y corbata en cuello…

Contar con un 1.5 % de firmas validas es requisito indispensable para poder presentar candidatura en las presidenciales. Prestándose, el proceso de recogida de firmas, a la experimentación democrática. Recientemente cierto candidato ofreció en prensa por asistir a su mitin y en consecuencia firmar para su lista diversos incentivos: “ Se sorteara entre los asistentes una casa, coches, becas universitarias, contratos de trabajo…” y un sinfín de obscenidades. La denuncia de este caso en la televisión pública cuenta con la replica de los correligionarios del candidato, defender lo indefendible, otra herencia española.

Algunos lideres indígenas olvidaron el qwicha y trabajan de choferes en la universidad, aun así las asambleas de las comunidades y la ley indígena sobreviven en los alrededores de Guaranda. El poco qwicha que escucho se entremezcla con expresiones en castellano. Los institutos de idiomas cuentan con una escasa oferta, a pesar de que las políticas gubernamentales de reforma universitaria parecen contemplar la implementación de las lenguas indígenas en las universidades. Detrás de los muros de las coloridas facultades los fondos para investigación y dotación luchan por llegar a ver la luz deslizándose a través de la espesa burocracia. La abundancia presupuestaría de algunas universidades contrasta con los recortes de la lejana Europa. Otras universidades, las menos, luchan por la excelencia intentando escapar de la sombra de aquellas que ya han sido clausuradas por las reformas de Correa. Reformas criticadas pero necesarias, en un país en el que hasta hace poco se podían comprar títulos universitarios en centros privados.

Ecuador estudia pausadamente su vanguardista constitución mientras se acerca a la cresta de la ola empujado por la globalización. Simultáneamente y al otro lado del atlántico el estado español se desliza pendiente abajo en medio de una fuerte resaca. Otro país que pierde sus identidades en aras del progreso o, como dicen algunos, un país de oportunidades.