Melkan y Gyrma son hermanos. Melkan tiene veinte
años, dejó la escuela cuando faltaron sus padres para cuidar de la casa y de Gyrma.
Gyrma tiene veinticuatro años y es sordo, dejó la escuela cuando faltaron sus
padres para conseguir ingresos y cuidar de Melkan. Gyrma no tiene una sordera
completa, sigue el ritmo de la música africana cuando el volumen le resulta
audible, pero nunca ha usado audífono y tiene ciertas dificultades en el habla.
Gyrma construye pequeñas barcas
decorativas de papiro para poder pagar el alquiler de su minúscula cabaña. El
alquiler mensual de la cabaña asciende a 200 Birr, el equivalente a unos 10 € o
a una noche de hotel occidental junto
al Nilo Azul. Las manos de Gyrma están hinchadas y deterioradas, los pequeños
cortes producidos por los tallos de papiro las han envejecido prematuramente. Los
forengys y algunos turistas
nacionales compran los pequeños barcos por unos 20 Birrs. Las ventas dependen
de las estaciones, durante la estación de lluvias las ventas se reducen y la
economía de subsistencia de los hermanos hace aguas.
Melkan prepara café e injeras en la cabaña mientras espera que
Gyrma vuelva de trabajar. Los pósters de estrellas etíopes de la canción decoran
el interior de la cabaña. Por fuera, los excrementos de ganado revisten la
estructura de adobe haciéndola más impermeable. A veces Melkan hecha una mano a
sus vecinas en el procesado del grano y las legumbres, a cambio ellas le
prestan algunos utensilios de cocina cuando los necesita. Un viejo y oxidado pedazo
de varilla metálica de obra hace las veces de mazo para moler el café, una
colección de antiguas botellas de una conocida marca de refrescos y un par de
platos de plástico hacen las veces de vajilla y sendos sacos de paja hacen las
veces de silla y camastro. No hay mucho más en la humilde cabaña de los
hermanos.
Con todo, Melkan y Gyrma no
pierden la sonrisa. Se pueden considerar afortunados, no ha tenido que recurrir
a la mendicidad para subsistir. Las decenas de cuerpos semidesnudos que yacen
en las puertas el templo copto se lo recuerdan a Gyrma cada mañana, cuando
inicia su ronda matutina en busca de clientes.
Melkan y Gyrma me invitaron a
tomar café con ellos el 25 de diciembre. El domingo es el único día que Gyrma
no sale a vender. Melkan y Gyrma saben poco o nada de la navidad occidental, pero Gyrma ha notado un
cierto incremento en las ventas de barquitos durante estos días. Gyrma no
entiende porque los forengys compran
más de lo que necesitan. -Deberían de ahorrar para cuando llegué la estación mala- dice Gyrma contrariado.
Tras compartir con ellos unas
cuantas tazas de café tradicional volví a mi confortable alojamiento occidental. Tenía una colada pendiente.
Lavaba mi ropa en la bandeja de la ducha cuando se fue la luz, como tantas
otras veces. Sin embargo, en esta ocasión no maldije el oportunismo del apagón.
Recordé la sonrisa de Melkan cuando prepara café y espera pacientemente a que
el café se tueste sobre las insignificantes brasas, espera a que vuelva su
hermano, espera a que se haga de día para poder disponer de luz e iniciar las
tareas domesticas, espera poder ahorrar algo de dinero para poder pagar el
alquiler y, en definitiva, espera que nada desestabilice su frágil modo de vida
para poder seguir sonriendo.
Melkan y Gyrma me enseñaron a
esperar con una sonrisa, y así espere hasta que volvió la luz.
Publicado en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142050
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